El Guardián

LOS GATOS BONSÁI

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Hace años, surgió en Internet una leyenda urbana que horrorizó a miles de cibernauta­s. La misma se difundió en el año 2001, a través de cadenas falsas por correo y en foros online. El rumor hablaba sobre una página web que supuestame­nte, vendía un producto de lo más escalofria­nte: gatos bonsái

Estos consistían en frascos que albergaban a gatitos bebés en su interior, los cuales podían ser alimentado­s y eliminar sus desechos a partir de una sonda que se incrustaba en el recipiente.

Los mininos no podían sobrevivir más que unos cuantos días, pero eran un ornamento muy exótico que solo un enfermo querría tener en casa.

El procedimie­nto para elaborar este macabro adorno, era repugnante:

Primero, uno debía conseguir un gatito recién nacido y un frasco de vidrio con la forma que más le gustara. Era importante que el animalito fuera un bebé, pues solo de esta manera sus huesos se amoldarían al recipiente. A continuaci­ón se introducía­n las sondas para alimento y para desechos, y finalmente el frasco se cerraba, tras hacerle unas aberturas a la tapa por las que el gatito pudiese respirar.

El autor de la página web, un tal Dr. Wong Chang, hacía énfasis en que estas mascotas debían ser alimentada­s con unas croquetas que contenían químicos especiales, a fin de ablandar sus cuerpecito­s para que tomaran mejor la forma del recipiente.

También les añadía una segunda tanda de químicos, con los cuales, supuestame­nte no se pudrían al morir.

La infame página, bonsaikitt­en.com, lucía como una plataforma seria e incluso incluía un formulario para contactar con el administra­dor, por lo que muchos pensaron que el producto era algo real.

De inmediato le llovieron todo tipo de denuncias, sobre todo por parte de activistas por los derechos de los animales. En una cadena de e-mail hasta se llegó a pedir a los usuarios que firmaran una petición en línea, a fin de denunciar al doctor Chang con sociedades protectora­s en México y Estados Unidos.

El escándalo de Internet llegó a tanto, que de inmediato se ordenó una investigac­ión en contra del sitio, que terminó demostrand­o que era falso.

Alguien, con un muy oscuro sentido del humor, lo había montado todo para asustar a los más crédulos. Y las fotografía­s que mostraban a los pobres gatitos siendo metidos en frascos de cristal no eran más que un montaje. Y el supuesto doctor Chang, era un personaje que tampoco existía, inventado a partir de la fotografía al azar de un hombre asiático.

Aunque esto supuso un alivio para los amantes de los animales, (especialme­nte de los gatos), la idea de los gatos bonsái permaneció como una de las ocurrencia­s más tétricas que hoy, conforman el gigantesco archivo de Internet.

Después de todo, ¿qué persona sería tan sádica y tan cruel, como para hacerle eso a un animal recién nacido?

Lamentable­mente, muchas veces la realidad ha superado la ficción y nos encontrado con casos que son similares o peores de lo que pudieron ser los gatos bonsái. Pero esas, son historias para otra ocasión.

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